28 de septiembre de 2009

Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, 29 de abril de 1936 - 25 de septiembre de 1972)

A la espera de la oscuridad
Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.

La mano de la enamorada del viento acaricia la cara del ausente.
La alucinada con su «maleta de piel de pájaro» huye de sí misma
con un cuchillo en la memoria.
La que fue devorada por el espejo entra en un cofre de cenizas y apacigua a las bestias del olvido.

Cuarto solo
Si te atreves a sorprender la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras, formando rostros, esfinges, manos, clepsidras,
seguramente vendrá una presencia para tu sed,
probablemente partirá esta ausencia que te bebe.

Reconocimiento
Tú haces el silencio de las lilas que aleteanen mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.




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