10 de octubre de 2011

Mía Gallegos Domínguez ( San José, Costa Rica el 17 de abril de 1953)

De  «Los reductos del sol»

III
Me aferro al cuerpo
como único reducto permitido.

Carezco de sitios de ternuras y llantos.
De nuevo palpo la llama del pájaro quebrado.
Busco abrigo en lana.

He puesto mis pies debajo de las aguas
y por la presión
de mis párpados callados
sé que no soy ni siquiera una isla.

VIII
Vivir, ya he dicho:
Tener sobre las manos un fajo de papeles:
un lápiz, libros, dibujos, sueños.

El alma al descubierto
vulnerable.
Estar así. Beberse a uno mismo.
Sollozar.

Tomar el invierno para tejer
una mansión de lino
Vigilantes los senos,
escondidos en la piel.
Vibrar
Repasar las camisas, acomodar los sueños,
dejar en perfecta armonía los clavos, la canela,
el azúcar y los aromas.

Dejar el alma al despoblado,
musitar pequeños versos de Sor Juana,
olvidar castigos y derrotas.
Recordar el olor de un verano en Guanacaste.
Fruncir el ceño por placer ,
sonreír por malicia.
Vivir,
acodada entre sombras,
aniñando los ojos
y olvidar, olvidar.


Mi rebelión

Un día partí lejos.
Cuando mi padre se olvidó
que yo tenía senos.
Callé de golpe y dije adiós.
-Decir adiós es tener
pájaros feroces en las manos-.

Me fui hacia allá
donde todo es azul
y es torrencial y fresco:
la montaña.

Iba con mi arado silencioso
y un alto sueño de tambores
en las manos.

Inmensa,
conjugada con el viento,
recorriendo la cordillera
de mi vientre,
fresca como la santalucía
que nace libre
en los parajes.

Después ya nadie
me pronuncio en las clases,
ni en mi barrio
ni en mi casa.
Solo la leyenda
de mi valija al hombro,
con mi mochila de luz
creciendo arriba
de mi espalda.

Después,
ya nunca pregunto mi padre
si yo tenía lápida,
cruz
o alguna azucena dormida
entre los dedos.  


Vuelvo a la noche

De pronto vuelvo
a la noche
con mis zapatos de agua.

Me desnudo
en el lento
ejercicio de mis manos
y busco
solamente
un objeto mío,
un pequeño barco,
un cometa,
un circo de inventadas cosas,
figuras cotidianas,
tuyas y mías,
que amo.

Pero sé
que de pronto
me vuelvo inaccesible
y vuelvo a ser silencio
y llama oscura,
donde mi barco
se escapa de tu orilla.