30 de junio de 2010

Antoine de Saint-Exupéry (Lyon, 29 de junio de 1900 – Mar Mediterráneo, cerca de la costa de Marsella, 31 de julio de 1944)

Insisto en que las personas grandes no comprenden nada por sí mismas y es cansador para nosotros, los niños, darles siempre y siempre explicaciones.

¡Es tan misterioso el país de las lágrimas...!

Supe algo más acerca de él.
¡El planeta de donde pr
ovenía era apenas más grande que una casa!

Ellos ( las personas grandes) aman los números. Cuando les comunicáis acerca de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial: "Cómo es el timbre de su voz? Cuáles son los juegos que prefiere? Colecciona mariposas?" En cambio preguntan: "Qué edad tiene? Cuántos hermanos? Cuánto pesa? Cuánto gana su padre?".
Sólo así creen conocerle. Si contás a los adultos: "He visto una magnífica casa construida con ladrillos rojos, geranios en las ventanas y palomas en el techo...", no podrán imaginarse la casa. En cambio si dices: "He visto una casa de cien mil francos", exclaman: "Qué hermosa es!"
Si dices: "La prueba que confirma que el principito existió es que era encantador, que reía y que quería un cordero. Querer un cordero es prueba de su existencia", se encogerán de hombros y os tratarán como se trata a un niño. En cambio si les dices: "El planeta de donde provenía es el asteroide B 612", quedarán convencidos y no formularán más preguntas sobre esta cuestión. Son así, no hay que reprocharles. Los niñitos deben ser muy indulgentes con las personas grandes.
-Sé de un planeta en donde habita un Señor carmesí. Nunca ha sentido el perfume de una flor, nunca ha mirado una estrella. Tampoco ha querido a nadie. Sólo una cosa ha hecho en su vida; sumas y restas. Repite todo el día, como tú, hasta el cansancio: "Soy un hombre serio! Soy un hombre serio!" Hinchándose de orgullo. ¿Sabes lo que creo? ¡Que no es un hombre, es un hongo!
Los hombres? Existen algo así como seis o siete. Los he visto hace muchos años y nunca se sabe donde hallarlos. Parecen arrastrados por los vientos, como no poseen raíces... Les fastidia mucho no tenerlas.

-Los hombres-intentó explicar el zorro- poseen fusiles y cazan. Eso es bien molesto. Crian también gallinas; es su único interés. Tú buscas gallinas, verdad?

-No-dijo el principito- Busco amigos. Qué significa "domesticar"?

-Ah!..., es una cosa muy olvidada-respondió el zorro- Significa "crear lazos".

-Crear lazos?-preguntó el principito.

-Así es-confirmó el zorro- Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...

-Creo que empiezo a entender-dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha domesticado.

-Lo mejor es venir siempre a la misma hora-dijo el zorro- Si sé que vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; comenzaré a descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.


Las estrellas no significan lo mismo para todas las personas. Para algunos viajantes son guías. Para otros no son más que lucecitas. para los sabios son problemas. Para mi hombre de negocios eran oro. Ninguna de esas estrellas habla. En cambio tú..., tendrás estrellas como ninguno ha tenido.

-Qué intentas decirme?

-Por las noches tú elevarás la mirada hacia el cielo. Como yo habitaré y reiré en una de ellas, será para tí como si rieran todas las estrellas. Tú poseerás estrellas que saben reír.

18 de junio de 2010

José de Sousa Saramago (Azinhaga, Santarém, Portugal, 16 de noviembre de 1922 - Tías, Las Palmas, España, 18 de junio de 2010)


Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida, lo pensamos tanto, tomamos impulso y vacilamos, después volvemos al principio, pensamos y pensamos, nos movemos en los carriles del tiempo con un movimiento circular, como los remolinos que atraviesan los campos levantando polvo, hojas secas, insignificancias, que a más no llegan sus fuerzas, mejor sería que viviéramos en tierra de tifones. Otras veces es una palabra cuanto basta.


Es difícil ser amigo de alguien. Quiero decir: es, sobre todo, difícil saber hasta qué punto se es amigo de alguien. Las personas se encuentran a veces, hablan, caen o no caen en confidencias, en intimidades aunque sean escasas, y luego encuentran que son amigas, se asombran de que no lo fueran antes o desde siempre, no se asombran de que vayan a ser amigas hasta el fin de los días... véase cuán poco.

Cuando digo que la democracia se suicida diariamente, pierde espesor y se desgasta, disminuyendo su densidad, estoy hablando de un sentimiento que nos afecta, a nosotros, ciudadanos. Sentimos, y sufrimos con eso, que no tenemos importancia en el modo como funciona la sociedad.
Podemos escoger nuestros representantes, elegirlos, hay representación democrática, todo funciona dentro del sistema, de sus condicionamientos, pero la verdad es que nuestra capacidad de cambiar los destinos del país y del mundo está limitada por la propia organización democrática. El poder efectivo real es, a buen seguro, el poder económico.

Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso.

10 de junio de 2010

Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, Pita Amor (Ciudad de México, 30 de mayo de 1918 - Ciudad de México, 8 de mayo de 2000)

"Sola yo estoy y llena de inquietudes; cada día me interno más adentro;
mis defectos atraen a las virtudes;

de un misterioso círculo soy centro.

El cansancio que tengo es infinito;
todo el dolor del mundo lo he probado;

un laberinto de ansiedad habito

y a tientas me revuelvo en lo intrincado".


Soy vanidosa, déspota, blasfema,
Soberbia, altiva, ingrata, desdeñosa;
pero conservo aún la tez de rosa.

La lumbre del infierno a mi me quema.

Es de cristal cortado mi sistema.

Soy ególatra, fría, tumultuosa.

Me quiebro frágil como mariposa.

Yo misma he construido mi anatema.

Soy perversa, malvada, vengativa.

Es prestada mi sangre y fugitiva.
Mis pensamientos son muy taciturnos.

Mis sueños de pecado son nocturnos.

Soy histérica,
loca desquiciada;

pero a la eternidad ya sentenciada.


Ya soy criatura sin piel: el polvo me la ha robado,
brutalmente la ha arrancado y ahora lo cubre a él.
Mira, polvo, eres cruel:

de fango me has
construido,

a mi alma diste sentido
y te va a nutrir mi muerte.
¡Dame otra piel que liberte este cuerpo escarnecido!

Shakespeare me llamó genial
Lópe de Vega infinita

Calderón, bruja maldita
Y Fray Luis la episcopal;

Quevedo, grande inmortal
Y Góngora la contrita.
Sor Juana, monja inaudita
y Bécquer la mayoral.
Rubén Darío, la hemorragia

La hechicera de la magia.

Machado, la alucinante.

Villaurrutia, enajenante

García Lorca, la grandiosa.

¡Y yo me llamé la Diosa!