3 de octubre de 2013

ALAMADO (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas 1977 - 3 de octubre 2008 México DF))



BÚSQUEDA INFERNAL...

He recorrido por los laberintos de los recuerdos,
Atrapada en telarañas rojas, frías y solas...
Esperando el ultimo tren que me llevará de regreso,
Perdida sin rumbo,
Con el cuello ensangrentado
Y con el alma hecha pedazos
El manto estelar e guía,
Mientras que mi agonía se aproxima,
Necesito alimentarme, mi instinto me lo pide,
El bar está  abierto,
Ahí encontraré mi víctima,
Alguien se aproxima
Y deseosa de beber su sangre
Me aproximo a él,
Acaricio su cabello,
Beso su cuello,
Enveneno su aliento,
Lo traslado a mi territorio,
En busca de pasión,
Penetro mis afilados dientes
Provocándole el placer con dolor...

Satisfecha en compañía de la luna,
me marcho hacia ningún lugar,
Y cuando todos duerman te volveré a buscar.......



Esta vida acabo por fin,
Y empiezo una nueva,
Compartir con el que amo tanto,
Terminaron las esperas,
Las agonías, las horas
De un abrazo de fin de más,
Del tiempo en el extranjero,
Ahora estamos tú y yo,
Y tal vez alguien que espera la luz.
Sentada en mi vientre,
No se por cuanto tiempo,
pero la espero con ansia,
de darle el primer beso,
de presentarle mis brujas,
y la luna que la guiara,
y siempre de sentir nuestro calor,
Julieta, Laura, Ximena, Violeta,
No sé que nombre tendrás,
Pero sé que serás feliz,
Como hemos sido…
Porque así sea!



  

Y si  pudiera viajar


Entre los cables del teléfono??


Podría llegar hacia ti.





Penetrar en tu oído lentamente,


Y recorrer tus venas,


Podría incluso llegar


Al fondo de tu corazón.





En cada parte de tu cuerpo


Me detendré y descansaré,





Y la próxima noche,


Cuando todos duerman,


Te volveré a marcar.

6 de agosto de 2013

Blanca Wiethüchter (La Paz, 1947 – Cochabamba, 16 de octubre de 2004)

De "La Lagarta"

(fragmento)
Yo que soy profunda

                              lóbrega


como la tierra


húmeda y caliente.
Yo que soy nocturna mirada como ella


aunque ciega de los pies


voy girando en otro tiempo


tenazmente hacia la muerte.


Yo que soy como ella


la amo


                  planetariamente


como si fuera mi sombra.

Este es mi cuerpo


nido de ojos furtivos


acostumbrados al miedo


—esa manera de pensar el mundo


en la penumbra


                  (umbral que ella crea


                  para engendrar la piedra.


                  
Oscuridad que nos queda


                  después del inaudible grito).
Este mi cuerpo subterráneo


envuelto en sedas de innumerables fuegos


es mi cuerpo profundo que se está yendo


y sin embargo pregunto


¿quién es, quién es la que se queda y mira


cómo se va, cómo se está yendo


este mi cuerpo llorado por otro cuerpo


de la tierra amado y sombra?






 
El Reposo
Entro en mi casa
y me alojo en su centro
esperando la temperatura
que enmudece los ruidos inútiles.
En un andar del silencio
comienza el mundo
en un olor a fuego
en una hoja
en un cambio de sábanas
en una gana de hacer cosas
no siempre precisas.
Ya no soy la misma
y mis pasos en la voz
resuenan más oscuros.
Otro es el sol que arde
en los crepúsculos que contemplo
viajera inmóvil
            pienso
sólo quiero cuidar de lo vivo
         y tener luz
            para él
                  y mis niñas. 



De "Madera viva y árbol difunto"
(epílogo)
Me he muerto a mí misma

y eso me conmueve sobremanera.

Volver a preparar mi desaparición

me consuela y me desgasta.

Pero puedo seguir la curva de mi brazo

lo que me da la medida de mi soledad

y puedo morderme el vientre de nuevo

lo que enciende el sumidero

en el que temo caer para siempre.
Amo este mi cuerpo árido

sin solicitud, con avaricia

mi negro hombro infantil

que se desplaza según el cielo

que diseña todo invierno.
(No conozco otra estación que el despojo.)
Todavía no me interrogo

sobre lo que significa para mí

esta nueva derrota en mi historia.

Me pregunto cuántas veces aún

tendré que ofrecer mi cuerpo

para cambiar de nombre

y llamarme solamente a mí

con mi claridad desamparada

y mi oculta herida sin balanza.
Me pienso a veces

con el orgullo de una estrella

y alguien en mí se mofa del algodón

con un canto de sirena entre los senos

no entiende nada de las hormigas

ni del placer de mirarse morir

matando lo harto que todavía hay en mí

de niña tierna y maternal.
Pocos son los que comprenden el fuego que se está quemando

y que puedo morir de verdad morir de verdad

sin un signo de locura.