14 de abril de 2009

Beatriz Pimentel (16 julio 1984...)

Llama el piso después del tumulto cotidiano.
Se siente el clamor de la alfombra
bajo dedos mudos y viajeros.
En la soledad de la habitación

el aire estático es cómplice
de segundos que duran horas,
de silencios que no llegan
retrasados por murmullos de calle
y los latidos incansables
del pensamiento.

La cama, la silla, el librero,
hablan a voces polvorientas

de otras soledades compartidas,

cuando las palabras se volvían sombras
y las sombras suspiros.
Páginas no escritas salen del cuarto,

un temblor inmaduro restriega los ojos
y los vuelve tinta en el papel de mi rostro.
Escribe en mis párpados
las cenizas de otros ojos
los guiños fugados de otras miradas

que en la presente quietud
se diluyen hasta formar espasmos.

La duda cae como hoja seca,

llena el cuarto con su aroma
a melodías tiesas,
tacto suspendido
apresado en la imposibilidad.
Los besos no dados,
son savia de sueños perdidos,

nombres difusos
infinitamente lejanos,
que hacen de mi lengua arena
y de mi olvido, barro.

Las frases no dichas
son fruto marchito de principios

que entre exilios y fugas
nunca encontraron puerta.
Ahora todo se amontona,

se revuelve, se hace añicos
entre el mutismo y el polvo.
Se eleva hasta hacerse uno
con los rayos de sol
que apenas traspasan la cortina,

como si se trataran
de la calma distante,
aguardando
la rendición a lo irreversible.

http://www.charquitosturbios.blogspot.com/

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