7 de octubre de 2009

Mercedes Sosa (San Miguel de Tucumán, 9 de julio de 1935 – Buenos Aires, 4 de octubre de 2009)

LA NEGRA SOSA

Duerme, duerme, Negrita que tu voz está en el campo, en la ciudad, en el canto rodado de aquel arroyo, en la almohada en la que apoyo mi cabeza desvelada, en mi vaso, en la enramada y en las radios de los coches. Tu voz la guarda la noche muy, pero muy bien guardada.

Hay que tener mucha maña Tener mucha gracia
Y tener fantasía siempre
Quien tiene la piel marcada
Posee la extraña maní de creer en la vida.


El tiempo pasa nos vamos poniendo viejos yo el amor no lo reflejo como ayer

En cada conversación cada beso cada abrazo

Se impone siempre un pedazo de razón vamos viviendo viendo las horas

Que van pasando las viejas discusiones se van perdiendo Entre las razones

Porque años atrás tomar tú mano robarte un beso

sin forzar el momento hacía parte de una verdad

Cambia lo superficial Cambia también lo profundo Cambia el modo de pensar Cambia todo en este mundo Cambia el clima con los años Cambia el pastor su rebaño Y así como todo cambia Que yo cambie no es extraño Cambia, todo cambia Cambia, todo cambia Cambia el sol en su carrera Cuando la noche subsiste Cambia la planta y se viste De verde la primavera Cambia el pelaje la fiera Cambia el cabello el anciano Y así como todo cambia Que yo cambie no es extraño Pero no cambia mi amor Por más lejos que me encuentre Ni el recuerdo, ni el dolor De mi pueblo y de mi gente Y lo que cambió ayer Tendrá que cambiar mañana Así como cambio yo En esta tierra lejana Cambia, todo cambia Cambia, todo cambia Pero no cambia mi amor Por más lejos que me encuentre Ni el recuerdo, ni el dolor De mi pueblo y de mi gente Cambia, todo cambia.

Quién dijo que todo está perdido Yo vengo a ofrecer mi corazón Tanta sangre que se llevó el río Yo vengo a ofrecer mi corazón No será tan fácil, ya sé que pasa No será tan simple como pensaba Como abrir el pecho y sacar el alma Una cuchillada del amor Luna de los pobres siempre abierta Yo vengo a ofrecer mi carazón Como un documento inalterable Yo vengo a ofrecer mi carazón Y uniré las puntas de un mismo lazo Y me iré tranquilo me iré despacio Y te daré todo, y me darás algo Algo que me alivie un poco más.





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