Y antes de morirme quiero Echar mis versos del alma.

¿Qué importa que tu puñal Se me clave en el riñón?
¡Tengo mis versos, que son Más fuertes que tu puñal!
¿Qué importa que este dolor Seque el mar, y nuble el cielo?
El verso, dulce consuelo, Nace a lado del dolor.
Aquí está el pecho, mujer, Que ya sé que lo herirás; ¡Mas grande debiera ser, Para que lo hirieses más!
Porque noto, alma torcida, Que en mi pecho milagroso, Mientras más honda la herida, Es mi canto más hermoso.
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