16 de julio de 2012

Beatriz Pimentel (16 de julio 1984, Morelia, México)

(...) Todo es mío, porque a través del calabozo de aire que es mi pecho, ningún abrazo, ningún beso, ningún halago, me podrá estrechar así:
Con la libertad de una gota de lluvia no caída, con la lentitud de las ramas sobre mi pelo, con el eco de tu voz, atorado en la garganta, como el viento húmedo que traspasa mis labios.
Lejos de ti, es este mi territorio, donde no aguardo falsas esperanzas, donde no me azora el ceño fruncido de la duda.
Somos yo y las horas oscuras, frente a ti, piel de noche, zorro merodeando en mis arterias, robándome el pálpito sereno.
Es mía esta noche, porque en su furia apagada soltaré mi concilio, me dejaré abrazar en su intemperie, muy lejos ya del desierto vasto de lo que no pasó entre tú y yo.
 
 
Hay que dejar que los olvidos se derritan en el patio de atrás.
 
 
QUIMERAS
Abre la piel para que respire humaredas de silencio.
Abre la boca, que huya tu vaho;
permite que se funda en el viento,
remolino de ánimas susurrantes.

Deja escapar un corazón roto,
que huya con la ventisca
que se convierta en dos amantes:
vapor en medio de la helada.
Así, en tus ventanas rotas
se quedará el rocío.

Y las lágrimas al secarse
caerán vueltas arena ante tus pies desnudos.
Tus manos, por fin vacías,
se abrirán hasta elevarse
y poseer las nubes que destilan amanecer.

Sé montaña,
para que los únicos pasos a tu alrededor
sean los de la lluvia sobre los árboles;
hasta volverse la música de tu soledad,
de tu enorme tristeza.

Despídete de tu piel humedecida,
adiós a tu boca solitaria
a tus manos tristes.
Despídete,
porque se han convertido en hojas. 

No hay comentarios: