Con altas y bajas, con tropezones y caídas, con encuentros y desencuetros, con redefiniciones, con caras largas y risas, con entusiasmo y apatía, con silencios y con ideas y propuestas, con eso y mucho mas se construye el camino y la cara del Colectivo de la Frecuencia Libre.
24 de marzo de 2010
8o ANIVERSARIO FRECUENCIA LIBRE
Con altas y bajas, con tropezones y caídas, con encuentros y desencuetros, con redefiniciones, con caras largas y risas, con entusiasmo y apatía, con silencios y con ideas y propuestas, con eso y mucho mas se construye el camino y la cara del Colectivo de la Frecuencia Libre.
23 de marzo de 2010
Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; 25 de marzo de 1926 - Ciudad de México; 19 de marzo de 1999)
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
Es un mal sueño largo,
una tonta película de espanto,
un túnel que no acaba lleno de piedras y de charcos.
¡Qué tiempo éste, maldito,
que revuelve las horas y los años,
el sueño y la conciencia,
el ojo abierto y el morir despacio!
Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.
Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de Dios, y en su cerrado
puño, crecer igual que un feto.
Morir es encenderse bocabajo
hacia el humo y el hueso y la caliza
y hacerse tierra y tierra con trabajo.
Apagarse es morir, lento y aprisa,
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.
Cuando estuve en el mar era marino
este dolor sin prisas.
Dame ahora tu boca:
me la quiero comer con tu sonrisa.
Cuando estuve en el cielo era celeste
este dolor urgente.
Dame ahora tu alma:
quiero clavarle el diente.
No me des nada, amor, no me des nada:
yo te tomo en el viento,
te tomo del arroyo de la sombra,
del giro de la luz y del silencio,
de la piel de las cosas
y de la sangre con que subo al tiempo.
Tú eres un surtidor aunque no quieras
y yo soy el sediento.
No me hables, si quieres, no me toques,
no me conozcas más, yo ya no existo.
Yo soy sólo la vida que te acosa
y tú eres la muerte que resisto.
12 de marzo de 2010
Heinrich Karl Bukowski (Andernach, 16 de agosto de 1920 - Los Ángeles, 9 de marzo de 1994)
Confesión
Esperando la muerte
Como un gato
Que va a saltar sobre
La cama
Me da tanta pena
Mi mujer
Ella verá este Cuerpo Blanco Rígido
Lo zarandeará una vez y luego
Quizás Otra:
Hank no
Responderá.
No es mi muerte lo que Me preocupa,
es mi mujer
Que se quedará con este Montón de Nada.
Quiero que Sepa
Sin embargo
Que todas las noches
Que he dormido a su lado
Incluso las discusiones
Más inútiles Siempre fueron
Algo espléndido
Y esas difíciles Palabras
Que siempre temí Decir
Pueden decirse Ahora:
Te amo.
Me ronda este pensamiento
Que este país
Ha retrocedido 4 0 5 décadas y que todo el avance social los buenos sentimientos de una persona hacia otra se han borrado
y se han reemplazado por la vieja intolerancia de siempre.
Más que nunca
Tenemos
Egoístas ansias de poder
Desprecio por el
Débil
El viejo
El pobre
El desvalido.
Estamos reemplazando necesidad con Guerra
Salvación con Esclavitud.
Hemos desperdiciado
Los logros
Nos hemos deteriorado
Deprisa.
Tenemos nuestra Bomba
Es nuestro miedo
Nuestra vergüenza
Y nuestra condena
Ahora
Se ha apoderado de nosotros
Algo tan triste
Que nos deja
Sin aliento
Y ni siquiera podemos Llorar.
Hubo una vez
En que fuimos jóvenes
Dentro de esta máquina
Bebíamos
Fumábamos
Tecleábamos
Fue un tiempo de esplendor
Un milagro
Aún lo es
Solo que ahora
En vez de Ir hacia el tiempo
Es el tiempo
El que viene hacia nosotros
Y hace que cada palabra
Taladre
El papel
Clara
Rápida
Contundente
Alimentando
Un espacio
Que se cierra.
8 de marzo de 2010
8 DE MARZO
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres,
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!
De la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos
-toda la atropellada ruta de nuestras vidas-
deberían pavimentar de flores para celebrarnos
(que no nos hagan como a la Princesa Diana que no vio, ni oyó las floridas avenidas postradas de pena de Londres)
Nosotras queremos ver y oler las flores.
Queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos hembras en vez de machos,
Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris
Y de los que nos vendaron los pies
Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio para que cuidáramos a los hermanos y ayudáramos en la cocina
Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la boca para violarnos mientras nuestra madre dormía
Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más pesado
Y del que nos corrió cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas
Queremos flores del que nos condenó a muerte forzándonos a parir a riesgo de nuestras vidas Queremos flores del que se protege del mal pensamiento obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo
Del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos escolte
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas Y nos encerraron por locas
Flores del que nos pega, del que se emborracha
Del que se bebe irredento el pago de la comida del mes
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos
Flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y sus nueras
Y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo género
Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir.
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.
Queremos flores hoy. Cuánto nos corresponde.
El jardín del que nos expulsaron.
8 de Marzo de 2007)
4 de marzo de 2010
Carlos Montemayor (n. Parral, Chihuahua, 13 de junio de 1947 † México, D.F., 28 de febrero de 2010)
Dejo abiertas las puertas de la casa
para que todos mis amigos,
con sus recuerdos y su dicha,
con sus amores destruidos y persistentes,
lleguen con su risa y sus vasos desde el primer día de mi vida.
Dejo abiertas las puertas de la casa
para esperar a mis padres en [medio de mi infancia
Y caminar de la mano con ellos por una mañana.
Dejo abiertas las puertas para que lleguen mis hijos
con sus risas [imborrables,
tropezando en innumerables vidas.
Para que lleguen las mujeres que he amado,
y decirles el tiempo que las esperé,
las tardes que las he comprendido.
Para que el viento inunde la casa,
los libros,
los muebles,
los [días,
oyendo todo lo que es posible.
Dejo abiertas las puertas de la casa para estar siempre en el mundo.