La historia del sostenedor del cielo
Según nuestros más anteriores, al cielo hay que sostenerlo para que no se caiga. O sea que el cielo no mero está firme, sino que cada tanto se pone débil y como que se desmaya y se deja caer así nomás como se caen las hojas de los árboles, y entonces puras calamidades que pasan porque llega el mal a la milpa y la lluvia lo rompe todo y el sol castiga al suelo y es la guerra quien manda y es la mentira quien vence y es la muerte quien camina y es el dolor quien piensa.
(...) Entonces el cielo no está mero firme, sino que a veces como que se afloja. Y has de saber que cuando esto pasa, se desarreglan los vientos y las aguas, el fuego se inquieta y la tierra da en levantarse y caminarse sin encontrar dónde estarse sosiega.Por eso dijeron los que antes de nosotros se llegaron, que, pintados de colores diferentes, cuatro dioses se regresaron al mundo y, haciéndose gigantes, se pusieron en las cuatro esquinas del mundo para agarrarlo al cielo para que no se cayera y se estuviera quieto y bien planito, para que sin pena lo caminaran el sol y la luna y las estrellas y los sueños.
(...)Así pasó desde el principio, por eso los dioses primeros, los que nacieron el mundo, dejaron encargado a uno de los sostenedores del cielo y él debe estarse pendiente para leer el cielo y ver cuando empieza a aflojarse, y entonces este sostenedor debe hablarle a los otros sostenedores para que despierten y vuelvan a tensar su lado y las cosas se acomoden de nuevo.
Y este sostenedor nunca duerme, siempre debe estar alerta y pendiente para despertar a los demás cuando el mal se cae sobre la tierra. Y dicen los más antiguos en el paso y la palabra que este sostenedor del cielo lleva en el pecho colgado un caracol y con él escucha los ruidos y silencios del mundo para ver si todo está cabal, y con el caracol los llama a los otros sostenedores para que no se duerman o para que se despierten.
Y dicen aquellos que más primero fueron que, para no dormirse, este sostenedor del cielo va y viene dentro y fuera de su propio corazón, por los caminos que lleva en el pecho, y dicen aquellos enseñadores antiguos que este sostenedor enseñó a los hombres y mujeres la palabra y su escritura porque, dicen, mientras la palabra camine el mundo es posible que el mal se aquiete y esté el mundo cabal, así dicen.
Por eso la palabra del que no duerme, del que está pendiente del mal y sus maldades, no camina directo de uno a otro lado, sino que anda hacia sí misma, siguiendo las líneas del corazón, y hacia fuera, siguiendo las líneas de la razón, y dicen los sabedores de antes que el corazón de los hombres y mujeres tiene la forma de un caracol, y quienes tienen bueno su corazón y su pensamiento se andan de uno a otro lado, despertando a los dioses y a los hombres para que se estén pendientes de que el mundo se esté cabal. Por eso, quien vela cuando los demás duermen usa su caracol, y lo usa para muchas cosas, pero sobre todo para no olvidar.
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