Cronopios del Naufragio
3 de junio de 2015
3 de octubre de 2013
ALAMADO (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas 1977 - 3 de octubre 2008 México DF))
BÚSQUEDA INFERNAL...
He recorrido por los laberintos de los
recuerdos,
Atrapada en telarañas rojas, frías y
solas...
Esperando el ultimo tren que me
llevará de regreso,
Perdida sin rumbo,
Con el cuello ensangrentado
Y con el alma hecha pedazos
El manto estelar e guía,
Mientras que mi agonía se aproxima,
Necesito alimentarme, mi instinto me
lo pide,
El bar está abierto,
Ahí encontraré mi víctima,
Alguien se aproxima
Y deseosa de beber su sangre
Me aproximo a él,
Acaricio su cabello,
Beso su cuello,
Enveneno su aliento,
Lo traslado a mi territorio,
En busca de pasión,
Penetro mis afilados dientes
Provocándole el placer con dolor...
Satisfecha en compañía de la luna,
me marcho hacia ningún lugar,
Y cuando todos duerman te volveré a
buscar.......
Esta vida acabo por fin,
Y empiezo una nueva,
Compartir con el que amo tanto,
Terminaron las esperas,
Las agonías, las horas
De un abrazo de fin de más,
Del tiempo en el extranjero,
Ahora estamos tú y yo,
Y tal vez alguien que espera la luz.
Sentada en mi vientre,
No se por cuanto tiempo,
pero la espero con ansia,
de darle el primer beso,
de presentarle mis brujas,
y la luna que la guiara,
y siempre de sentir nuestro calor,
Julieta, Laura, Ximena, Violeta,
No sé que nombre tendrás,
Pero sé que serás feliz,
Como hemos sido…
Porque así sea!
Y empiezo una nueva,
Compartir con el que amo tanto,
Terminaron las esperas,
Las agonías, las horas
De un abrazo de fin de más,
Del tiempo en el extranjero,
Ahora estamos tú y yo,
Y tal vez alguien que espera la luz.
Sentada en mi vientre,
No se por cuanto tiempo,
pero la espero con ansia,
de darle el primer beso,
de presentarle mis brujas,
y la luna que la guiara,
y siempre de sentir nuestro calor,
Julieta, Laura, Ximena, Violeta,
No sé que nombre tendrás,
Pero sé que serás feliz,
Como hemos sido…
Porque así sea!
Y si pudiera
viajar
Entre los cables del
teléfono??
Podría llegar hacia
ti.
Penetrar en tu oído
lentamente,
Y recorrer tus venas,
Podría incluso llegar
Al fondo de tu
corazón.
En cada parte de tu
cuerpo
Me detendré y
descansaré,
Y la próxima noche,
Cuando todos duerman,
Te volveré a marcar.
6 de agosto de 2013
Blanca Wiethüchter (La Paz, 1947 – Cochabamba, 16 de octubre de 2004)
De "La Lagarta"
(fragmento)
Yo que soy profunda
lóbrega
como la tierra
húmeda y caliente.
Yo que soy nocturna mirada como ella
aunque ciega de los pies
voy girando en otro tiempo
tenazmente hacia la muerte.
Yo que soy como ella
la amo
planetariamente
como si fuera mi sombra.
Este es mi cuerpo
nido de ojos furtivos
acostumbrados al miedo
—esa manera de pensar el mundo
en la penumbra
(umbral que ella crea
para engendrar la piedra.
Oscuridad que nos queda
después del inaudible grito).
Este mi cuerpo subterráneo
envuelto en sedas de innumerables fuegos
es mi cuerpo profundo que se está yendo
y sin embargo pregunto
¿quién es, quién es la que se queda y mira
cómo se va, cómo se está yendo
este mi cuerpo llorado por otro cuerpo
de la tierra amado y sombra?
De "Madera viva y árbol difunto"
(epílogo)
Me he muerto a mí misma
y eso me conmueve sobremanera.
Volver a preparar mi desaparición
me consuela y me desgasta.
Pero puedo seguir la curva de mi brazo
lo que me da la medida de mi soledad
y puedo morderme el vientre de nuevo
lo que enciende el sumidero
en el que temo caer para siempre.
Amo este mi cuerpo árido
sin solicitud, con avaricia
mi negro hombro infantil
que se desplaza según el cielo
que diseña todo invierno.
(No conozco otra estación que el despojo.)
Todavía no me interrogo
sobre lo que significa para mí
esta nueva derrota en mi historia.
Me pregunto cuántas veces aún
tendré que ofrecer mi cuerpo
para cambiar de nombre
y llamarme solamente a mí
con mi claridad desamparada
y mi oculta herida sin balanza.
Me pienso a veces
con el orgullo de una estrella
y alguien en mí se mofa del algodón
con un canto de sirena entre los senos
no entiende nada de las hormigas
ni del placer de mirarse morir
matando lo harto que todavía hay en mí
de niña tierna y maternal.
Pocos son los que comprenden el fuego que se está quemando
y que puedo morir de verdad morir de verdad
sin un signo de locura.
(fragmento)
Yo que soy profunda
lóbrega
como la tierra
húmeda y caliente.
Yo que soy nocturna mirada como ella
aunque ciega de los pies
voy girando en otro tiempo
tenazmente hacia la muerte.
Yo que soy como ella
la amo
planetariamente
como si fuera mi sombra.
Este es mi cuerpo
nido de ojos furtivos
acostumbrados al miedo
—esa manera de pensar el mundo
en la penumbra
(umbral que ella crea
para engendrar la piedra.
Oscuridad que nos queda
después del inaudible grito).
Este mi cuerpo subterráneo
envuelto en sedas de innumerables fuegos
es mi cuerpo profundo que se está yendo
y sin embargo pregunto
¿quién es, quién es la que se queda y mira
cómo se va, cómo se está yendo
este mi cuerpo llorado por otro cuerpo
de la tierra amado y sombra?
El Reposo
Entro en mi casa
y me alojo en su centro
esperando la temperatura
que enmudece los ruidos inútiles.
En un andar del silencio
comienza el mundo
en un olor a fuego
en una hoja
en un cambio de sábanas
en una gana de hacer cosas
no siempre precisas.
Ya no soy la misma
y mis pasos en la voz
resuenan más oscuros.
Otro es el sol que arde
en los crepúsculos que contemplo
viajera inmóvil
pienso
sólo quiero cuidar de lo vivo
y tener luz
para él
y mis niñas.
De "Madera viva y árbol difunto"
(epílogo)
Me he muerto a mí misma
y eso me conmueve sobremanera.
Volver a preparar mi desaparición
me consuela y me desgasta.
Pero puedo seguir la curva de mi brazo
lo que me da la medida de mi soledad
y puedo morderme el vientre de nuevo
lo que enciende el sumidero
en el que temo caer para siempre.
Amo este mi cuerpo árido
sin solicitud, con avaricia
mi negro hombro infantil
que se desplaza según el cielo
que diseña todo invierno.
(No conozco otra estación que el despojo.)
Todavía no me interrogo
sobre lo que significa para mí
esta nueva derrota en mi historia.
Me pregunto cuántas veces aún
tendré que ofrecer mi cuerpo
para cambiar de nombre
y llamarme solamente a mí
con mi claridad desamparada
y mi oculta herida sin balanza.
Me pienso a veces
con el orgullo de una estrella
y alguien en mí se mofa del algodón
con un canto de sirena entre los senos
no entiende nada de las hormigas
ni del placer de mirarse morir
matando lo harto que todavía hay en mí
de niña tierna y maternal.
Pocos son los que comprenden el fuego que se está quemando
y que puedo morir de verdad morir de verdad
sin un signo de locura.
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