16 de agosto de 2011

Walt Whitman (West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819 – Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892)


Tu mirada

Me miraste a los ojos, penetrando,
en lo más profundo de mi alma.
El cristal azul de tus pupilas,
me mostraba, mi imagen reflejada.

Me miraste y pediste temblorosa
que un te amo, saliera de mis labios,
pero ellos ya no tienen más palabras
pues los golpes de la vida los han cerrado.

Me miraste y tu pelo se erizaba,
y una gota redonda en tu pupila

que brotó, de un corazón roto
y cayó recorriendo tu mejilla.

Me miraste y tu rostro empapado
me exigía una palabra, una respuesta,
y mentí diciéndote te amo
por ganar de tu cara una sonrisa.



De "Canto a mí mismo":
1. Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada. 

14. Estoy enamorado de cuánto crece al aire libre,
de los hombres que viven entre el ganado,
o de los que paladean el bosque o el océano,
de los constructores de barcos y de los timoneles,

de los hacheros y de los jinetes,
podría comer y dormir con ellos semana tras semana.
Lo más común, vulgar, próximo y simple,
eso soy Yo,
Yo, buscando mi oportunidad, brindándome
para recibir amplia recompensa,
engalanándome para entregar mi ser
al primero que haya de tomarlo,
sin pedir al cielo que descienda cuando yo lo deseo,
esparciéndolo libremente para siempre.



20. ¿Quién va allí?
Grosero, hambriento, místico, desnudo... ¡quién es aquél?
¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey?
Pero ¿qué es el hombre en realidad?
¿Qué soy yo?
¿Qué eres tú?
Cuanto yo señale como mío,
Debes tú señalarlo como tuyo,
Porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras.
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es mas que cieno y
             podredumbre,
no me puedo para a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los inválidos;
y la conformidad para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como de da la gana.
¿Por qué he de rezar?
¿Por qué he de inclinarme y suplicar?
Después de escudriñar en los estratos,
después de consultar a los sabios,
de analizar y precisar
y de calcular atentamente,
he visto que lo mejor de mi ser está agarrado de mis huesos.
Soy fuerte y sano.
Por mi fluyen sin cesar todas las cosas del universo.
Todo se ha escrito para mi.
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.
Soy inmortal.
Sé que la órbita que escribo no puede medirse con el compás de un
                carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego que traza un niño en la
               noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y, después de todo, no soy mas orgulloso que los cimientos desde los
cuales se levanta mi casa.)
Así como soy existo. ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el mas grande de todos los mundos: Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré...
esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tu llamas disolución
por que conozco la amplitud del tiempo.


5 de agosto de 2011

Vicente Rodríguez Vazquez (29 septiembre 1975, Tuxtla Gutiérrez Chiapas, México)

YA NO CAMINA EL SURESTE

Ya no camina el sureste

Lo han detenido – dicen – las rayas esas que atraviesan los hemisferios y también los polos.

Ya no pudo subir, ya no hubo que bajar.

Gracias a Dios que no lo descubrió el tsunami por que entonces si, a donde enterramos tanto río, tanto árbol, tanta montaña, dejáramos que se lo queden los indígenas, digo, no vaya a ser la de malas y la gente que creía que lo iban a acabar los sicarios, los malos políticos, el ejercito zapatista o san Andrés con su falla.

Ya no nos espantan, ni sus policías disfrazados de zetas, ni la predicción de los mayas, ni la inundación de la quinta, ni cuando el tecolote canta.

Ya no caminas sureste se oye la voz iracunda,

Ya te cerraron tus compuertas te sellaron ya tus grutas y te da solución el poeta, “canonicemos a las putas “.

Ya no caminas sureste se te pego la marcha,

Y con tanto golpecito, te agrandaron mas la falla.

Cuando tuviste pies te volaron los zapatos, cuando hubo esperanza, te aplicaron la ley mordaza, cuando tuviste fe, levantaste a tu pueblo y pusiste a tus muertos y tus vivos, tus vivos nada…

Y ya no digamos alas, pues pa que sirve volar tan alto sin tener vista de águila.

Ya no caminas sureste, puentecito de los narcos, veredita de los Maras, cadenita de los antros, eso si, de oro y plata.

Ya no camina el sureste retumba con eco en os altos, se oye el murmullo en la costa, tu Soconusco se descalabra y en la frailesca no deja, de ser otra dichosa palabra.

Ya no caminas sureste, pues te gano el oprobio

Esconde pues tu oro negro

Tu hambre de madre selva

Tus ruinas de lugar ignoto

Ya no hay poder en tu centro

Se lo llevo el Stan con su fuerza, haber que conjuro del “ zope “

Regresa tu magia negra, que arregle tu voz con hipo

Tu tuerto rey

Tu brazada de dorso

Tus finquitas de café.

Ya no camina el sureste

- dijeron – y vos contestas

- y eso –

- eso que recule.



DE LOS AMORES CONTRARIADOS

Una noche me habló, había tomado dijo, sentía calor.

- Estás bien, dije, te pasa algo…

- No, replicó. Es solo que no podía dormir y quería platicar con alguien, es decir, mas bien quería platicar contigo, así que pensé, por que no le marcas y le preguntas que esta haciendo, lo que es bastante tonto verdad, dado que son las 3 y media de la mañana…

- No, no, no… nada es tonto, en realidad es una agradable sorpresa, quieres que vaya.

- Lo harías

- Si, con mucho gusto.

- Entonces te espero.

Había conocido a Rosalía en una noche de trabajo, cuando a media canción abrí los ojos estaba ella con su aspecto de musa hippie y su cara de niña retraída, de poetiza rebelde, de senos grandes con hoyuelos en las mejillas, con el maquillaje rosa de su piel que le resaltaba una belleza inefable

Mi nombre es Bartolomé, tengo 34 años, soy músico de profesión, con la avidez de la soltería, la gente suele aclamar mi trabajo, pero yo me reduzco a decir que les agrada mucho mi forma de ser.

Así que esa noche, colgando el teléfono, cogi el auto y fui por Rosalía que ya me esperaba, sola, a la vera de la banqueta, con la adolescencia puesta en los ojos, sin mas baje del vehiculo, y antes de abrirle la puerta, la tome de la cintura y me ofreció su boca, me incline y la sujeté del labio inferior, ella me correspondió con uno de esos besos que saben a amores eternos.

Pude comprobar entonces mi interpretación referente a –tenia calor- así que decidimos buscar la privacidad de la noche, que exige a los cuerpos desafiar a la gravedad dejando al alma como único espectador, como el primer testigo infiel. El resto de las horas fueron consumidas en medio de la pasión, primero con mas ganas que ternura y después con mas fuerza que ritmo cuando ella así lo pidió.

En lo días venideros nos convertimos en finos animales nocturnos, ella escapaba de su habitación casi todas las noches, y yo escapaba de esa larga tregua amorosa que me habían dejado los amores contrariados revolcándonos en el tabaco, en el vino, en la música y en todo ese preámbulo erótico que precede al coito.

No se como, ni de que forma fue sucediendo, pero una mañana al despertar ya la extrañaba, reclamabanla mis manos, necesitabanla mis ojos, mi aliento, y le llamaba y nos decíamos los te amos y los te quieros

que fuesen necesarios para soportar la angustia que desaparecía al momento de nuestro encuentro. Y así pasaban los días, hasta que una tarde me llamo al Mobil, para decirme.-

- tenemos que separarnos, lloraba

- pero porque, que ha sucedido

- es mi madre, se ha dado cuenta de todo y se opone a la sola idea de que me lleves 14 años, me ha dicho que si me vuelve a ver contigo, me sacará de estudiar y me llevara a vivir a otra parte.

Me inundó la más terrible de las sensaciones, el miedo a perderla, y entonces dijo.-

- pero no te preocupes, esta separación solo será por corto tiempo. Mientras, trataré de convencerla, ya veras en cuanto le cuente de ti y te conozca las cosas serán completamente diferentes, aunque en estos días tenga que arreglar la forma de verte aunque sea un solo segundo. Mientras tanto prométeme que te portaras bien y que me seguirás amando siempre y en todo momento.

- Escucha, alegué, déjame hablar con tu madre, si quieres yo puedo hacer un esfuerzo, digo casarme no esta en mis prioridades, pero si en mis posibilidades, puedo hacer un esfuerzo y te traigo a vivir conmigo y…

- No, no, no, sonrío de una forma ambigua, todavía no es el momento para pensar en esas cosas, es decir, sería maravilloso y me halagas al pedírmelo, pero digo, esto solo se trata de un mal impuesto que el tiempo nos cobra,, mira, ya veras que en algunos dias todo volverá a la normalidad y pronto volveremos a estar juntos, vale.

Transcurrían los días, meses y en ese tiempo las llamadas eran cada ves mas cortas y apenas tuvimos tiempo para vernos en dos ocasiones y tan solo un par de minutos, al parecer la madre no cambiaría de opinión, la despedida era cada ves mas evidente.

Una noche salí con mi mejor amigo, a quien en una ocasión le había presentado a Rosalía, la cual le había parecido una niña muy simpática, a parte de guapa claro, el estuvo toda la noche muy parco de palabras y escuchaba con atención cada palabra que yo le mencionaba, obviamente le conté mi problema con Rosalía.

- que bueno que tomas el tema, dijo, ayer me pase toda la noche tratando de localizarte pero en todo momento, tu Mobil, me mando al buzón.

- Es cierto, comenté, decidí apagar el cel y me encerré en mi cuarto a emborracharme escuchando a Sabina, estuve muy depre, melancólico, no se, justo ayer, no se porque, era como si me encontrará sumamente solo.

- La verdad, me dijo, te voy a comentar algo que se que te va a doler, mas por todo lo que me acabas de contar.

Endurecí el rostro frunciendo el seño y miré a mi amigo a los ojos queriéndole leer la mente para anticiparme a sus palabras.


- anoche al pasar por el boulevard a fuera del antro a donde acostumbramos ir, justo en la esquina, a lado de la caseta telefónica, vi a tu Rosalía en brazos de alguien mas, el la acariciaba y se besaban furtivamente, fue tal su sorpresa que al ver mi rostro, metió la cara en el pecho de su acompañante para que no le viere más.



- estas seguro de lo que me dices.

-por supuesto, sabes que nunca te mentiría, eres mi mejor amigo y sabes que te tengo estima.



- tenia razón, no había por que dudarlo, después de todo eramos como hermanos.

Tome el teléfono y le marqué, me contesto de manera diferente, sería, entonces le dije todo al respecto.

- es cierto, dijo sin vacilar, no me preguntes mas, no te daré mas detalles.

- Pero, porque, Rosalía dime porque.

Y entonces me dio la respuesta que yo ya debía haber esperado. Había tomado –dijo- sentía calor.



CARTA DEL PEQUEÑO VICENTIN A UNA MUJER QUE VIVÍA EN SU PROPIO EXILIO


Te dibuje en camino
por qué trazar, recuerdo, nunca habías podido, dijiste,
había harto escombro; incluso de tu boca salían ripios de obstáculos
...innecesarios, ya, tu no te dabas cuenta, eras visceral, herías, traicionabas
caías y no te levantabas pues enseguida el escombro, entonces llorabas
con ese vicio de la tristeza puesto en los ojos, y así es como buscabas a los tuyos
entre la escoria que tu misma habías elegido, por un capricho pueril, habiaste consolado
hasta entonce con cuanto hombre pudiste llevar a la verbena de tu vida
y te llenaste de seudoamigas, fulanos y de grandes amistades lejanas
para ocultar el pequeño mundo en que vivías.
Entonces te dibujé un camino, y para avanzar solo era necesario soltarte el cabello
quitarte la gorra, usar tu maquillaje, empezar a ser mujer, a sonreír sin sorna,
a creer en las palabras, a respetar opiniones, a darle su lugar a la literatura,
a llevar el ombligo cerca del cordón, que tenias tiempo sin ser hija, -te dije-
entonces como el surrón que dejan algunos reptiles, de una sola pieza cayo al suelo
el orgullo, solo hubo que ver al frente y de un poder semejante al de la telekinesis
removiste escombro por escombro hasta encontrar ese camino mío, regalo de mis
mejores deseos.
Ahora te leo feliz, aún permanecen tus huellas en ese camino, se que por ahí
no he de avanzar, ahora mismo, tengo uno para mi, sin dirección al vuestro
tan solo me pregunto recuerdo mío? si algún día tal poder tuyo semejante al de
la telekinesis, algún día podrás levantarme el castigo?